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Mostrando entradas de junio, 2016

Puro humo

El doctor y sus controles, mis hijos y sus cuidados, mis amigas y sus consejos. En fin, no me puedo quejar, estoy rodeada de afectos que me obligan a cuidar mi salud. De todas maneras, yo insisto de una manera lúdica en repasar la historia familiar: mi madre y mi abuela murieron ambas después de los 95, sin haber sido ninguna de las dos un ejemplo de vida saludable. Eso sí, el haber fumado un atado de cigarrillos por día durante 60 años no es algo que hayan hecho mis predecesoras y la tos que me ha venido acompañando en el último tiempo tampoco son una muestra de pulmones limpios. Pero, ¡dejar de fumar a los 75 años! En fin… Tampoco es una empresa que me quede grande, soy tan tesonera como mi mamá. Ella, todo lo que se propuso, lo logró y yo soy su vivo retrato, eso sí. Llevo 9 días sin tocar un cigarrillo, es esencial que llegue a los diez días. Dicen que es la barrera a vencer. Aunque hoy tengo muchas ganas de dejarme ganar. Estaba caminando como poseída por mi departamento y llen

En un ajuste de cuentas

Esa muela lo tenía a mal traer a Ignacio, así q fue raudo a la guardia odontológica. Como siempre, de dos ascensores solo funcionaba uno. Después de hacer la cola, finalmente quedó sólo para tomar el siguiente ascensor. Dejó salir a todas las personas y entró, apretó el botón para que se cerraran las puertas y cuando fue a marcar el piso de emergencias, la puerta se volvió a abrir. La autora de la nueva apertura era Micaela. Ay, ay, ay…. Nada menos que Micaela. Cinco años atrás la relación entre ellos h abía finalizado pésima en el registro civil mismo. Cuando Micaela estaba llegando al registro, él ya estaba volando a Islandia. Obviamente que fue un escándalo. Ni la familia ni los amigos de Ignacio conocían ni imaginaban este abrupto cambio de planes, provocando en principio dudas sobre su paradero. Incluso hubo denuncia a la policía por su desaparición, búsqueda por las redes sociales y por los medios, hasta que dos días después llamó a su madre para avisar que estaba bien y que ya

Con ojos de gato

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Vivo con ella desde hace ya algún tiempo y la observo mucho. A veces desde mi cama negra con lunares rojos, debajo del sillón pseudo Paulin (a mi no me engañan, sé que lo compraron en oferta en un hipermercado). Otras veces siguiéndola por la casa y otros, los días de calor, desde el sofá del living, en ese huequito que se hace entre los dos almohadones La Señora sale de su cama cuando aún está oscuro y no hay tanto ruido en la calle. A veces la sigo y juntas vamos a la cocina. Me siento en el piso a su lado esperando que caiga algo desde ese lugar donde trastea y pone todo en una bandeja. Enciende máquinas diabólicas: de una sale un líquido naranja, de otra, dos tazas con humo y de una tercera saltan dos pedazos de pan, que nunca terminan de caerse al piso, donde igual las espero con sumo grado. Luego la acompaño hasta el cuarto donde mágicamente se enciende la luz y aparece el Señor de las Dos Caras, que a veces sin piedad, me echa de la cama grande y en otras es alguie