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Mostrando entradas de mayo, 2016

Ascendiendo a lo sagrado

Hubo un tiempo en el que estaba buscando nuevas tierras para cultivar. Me adentré en la quebrada y ascendí la montaña por un sendero que me llevó alrededor de cinco días recorre r . Yendo por aquel camino y antes de llegar a la cima, me hallé con algo que casi me encegueció. A mitad de camino, entre las cimas del Machu Picchu y el Huayna Picchu, me encontré con una ciudad que parecía estar habitada. Entre los verdes esmeraldas y los rayos de sol colándose por entre las nubes, todo me parecía un sueño. Luego, prestando atención, no se veía humano algun o caminando por la ciudad. Parecía que todos se hubieran marchado para alguna ceremonia y que luego irían a volver pero no. Lentamente me fui acercando y solo surgía en m í respeto, como si estuviera pisando algo sagrado. Los escalones construidos, seguramente para cultivar, excavaciones por donde correría el agua en las épocas de lluvia, calles, fuentes, establos, cocinas. Es verdad que cuando me aproximé descubrí que eran rui

Sincretismo digital

¿Alguien alguna vez se preguntó adonde van los archivos que se borran de una PC? ¿Quedan dando vueltas dentro del CPU en forma de vaya a saber que partículas? ¿Van a otra dimensión, a otro nivel digital? Además, ¿hay vida más allá del disco rígido o memoria? Se supo de gente que pudo reecontrarse con viejos archivos borrados y eso fue a través de una práctica que se llama "archivismo”. Una sesión de archivismo se realiza a través de un medium, preferentemente de profesión programador. Recomiendan que las personas que participen no sean ni escépticas ni temerosas, ya que pueden complicar la sesión. Se citan en un lugar tranquilo y silencioso, donde las luces se puedan atenuar. De hecho, la mesa se ilumina solo con las linternas de los celulares. El tablero de ouija está en un pad grande y se mueven sobre él, claro, con un mouse. El horario ideal para realizarlo no es a la medianoche, es alrededor de las 18 hs, horario que parece ser muy importante para los archivos. Y si lo ana

Jornada Laboral

Miguel llegó temprano por la mañana y, como siempre, se sintió en su hogar. Amaba ese mundillo de gente yendo y viniendo, la energía que todo lo parecía arrastrar. Lo primero que hizo, casi de manera compulsiva mientras descendía, fue posar su mano derecha en la goma y sentir esa tersura en movimiento, al mismo tiempo las suelas de sus viejas zapatillas les permitieron percibir también la rugosidad del metal. Ese sencillo acto lo preparaba para encarar el día. Comenzó a caminar y a observar a las personas: hombres de traje que solo portaban su celular y al que miraban aislándose, mujeres con grandes carteras, chicos con sus mochilas, ancianos ocupados en tratar de mantener el equilibrio y un abogado algo distraído reteniendo folios que parecían querer escaparse de su voluminosa carpeta. Con sus manos en el bolsillo aspiró ese olor. Ese olor. Grasa, aceite, metal. Viejos y conocidos aromas que lo acompañaban desde muy pequeño. El traqueteo se oía desde lejos y sobre