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Mostrando entradas de marzo, 2010

El equilibrio justo

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Mucho se habla de la falta de compromiso de la gente, de lo difíciles que son la relaciones humanas hoy en día. Hecho que se repite también en sectores del poder, con lo cual más complejo se hace encontrarle una solución a esto. Pero también creo que desde hace un tiempo nos topamos con otro problema que es el que nos lleva a esta conflictividad en nuestras relaciones, tanto afectivas, profesionales como políticas. El problema, a mi entender, tiene dos caras que se enfrentan: la ausencia de culpa y la victimización. Ambas actitudes llevan a la parálisis de la evolución como ser humano. Como sociedad tanto esfuerzo nos ha tomado "quitarnos las culpas" que en algún momento pasamos a tener fácilmente la otra cara, la de la víctima. Si yo soy la víctima, la culpa la tiene otro, por lo tanto ¿qué puedo hacer para mejorar o zanjar una diferencia? Nada, "queda la pelota" del otro lado de la cancha. El problema se agrava  si "el otro" también se posicionó en

El País del Nunca Jamás

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El país del Nunca Jamás nunca jamás fue violento ni peligroso. Nunca jamás un gobierno terminó inconcluso ni unos militares tomaron el poder con el saludo de muchos civiles. Nunca jamás hubo torturas ni dolor, ni chicos que perdieran su identidad. Nunca jamás la palabra, la poesía ni el pensamiento diferente fueron prohibidos. Nunca jamás hubo miles de personas que hayan sido como volatilizadas en el aire sin una justicia que los amparase. Nunca jamás hubo traidores que entregaran a jovenes a las puertas del infierno, mientras ellos seguían subidos a una necia soberbia.  Nunca jamás un estado que debía proteger a su pueblo se convirtió en un brutal y cobarde asesino. Pero todo esto ocurrió en el País del Nunca Jamás. Hagamos para nosotros el País del Nunca Más.

No voy en tren. Tampoco en avión. Voy en subte.

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 retomado el uso diario del servicio de subterráneos y me he encontrado que las cosas no han variado mucho a través de los años, exceptuando la cantidad de usuarios. Antes era mucha, ahora es demasiada. Pero ese no es el punto por el que escribo ahora sino que voy a escribir sobre la otra gente. No voy a escribir de las personas que van de un punto X  a un punto Y, gente como uno, bah, sino de la gente que se instalan en un línea durante el día y van correteando de formación en formación y de vagón en vagón. Esta gente también es demasiada. Una sube en una estación, a veces arrastrada por una marea humana y asi entra al vagón, a los tumbos y de pronto se encuentra con una palma de mano chiquita que quiere ser estrechada por la mia. Así, sin entender bien de que viene la cosa le doy la mano a una criatura que apenas levanta dos palmos del piso y que con la mirada vacía deja adosada a mi mano una tarjeta por demás ajada con un papelito donde se supone describe sus necesidades. Luego c

El Método

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Jean-Luc tenía un método curioso a la hora de dormirse.  Una vez que apoyaba la cabeza en la almohada, en su cabeza comenzaban a circular imágenes del sueño de la noche anterior, hasta quedarse profundamente dormido. Una vez que entraba en la profundidad de la noche y de su descanso comenzaba a soñar. Siempre su sueño era una continuación del anterior. Su vida onírica era una historia sin fin que corría en paralelo con su vida real. Hasta que un día le ocurrió lo que muchas veces a tantos: no pudo recordar su sueño. Por más que se esforzó y buscó en su melindrosa memoria, el sueño anterior no apareció. Estaba demasiado aferrado a su técnica, demasiado. Finalmente se durmió, cansado de tanto hurgar en sus recuerdos de la noche anterior. Lo encontraron aquella mañana con una sonrisa estampada en su rostro macilento, después de haber disfrutado de su último sueño que ya no tendría necesidad de recordar.

El momento

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Eran las 6 de la tarde y llegué temprano. O llegué a tiempo para sentarme en un cantero. Por techo, una rama de jacarandá florecido. Me rodeaba una brisa fresca y perfumada. Tardé en descubrir que el aroma que tan plácida me hacía sentir era el del pasto recién cortado. Estaba aislada del bullicio callejero auriculares mediante y acompañada de música ligera. La boca del subte no cesaba de entregar pasajeros a la calle y, desde la fuente, los bailarines en su eterna danza estaban ausentes, solo oyendo los aplausos de un público que siempre estará. A unos metros el aguaribay se hamacaba, siguiendo el compás de mi música. No, no llegué temprano. Llegué justo a tiempo para capturar ese momento, no era el de antes ni sería el siguiente. Era el momento.

Bienvenido, Bicentenario

"Bienvenidos, ingresantes del Bicentenario", dijo la Rectora, mientras Bartolomé Mitre, Carlos Pellegrini, Vicente Fidel López y otros mudos testigos miraban desde las paredes. Y ellos, los padres, se emocionaron. Su propia adolescencia reaparecía pero con la mirada de adultos puesta en su hija.  Nueva esperanza de otra Argentina nacía. Esta Argentina viene con la "yapa" de una Democracia que no tuvieron ellos en aquella etapa de su vida. Sonó hasta raro cuando escucharon hablar de Patria, del Saber y de otros tantos valores que parecen discurrirse a veces por terrenos no fértiles pero la esperanza seguía ahí, latente. Cuando el Himno comenzó a arrullarlos, ella miró por una ventana y vió a la Bandera Nacional del colegio moverse según los compases, vió a un jacarandá florecido que parecía estar hablándole mientras enmarcaba al Palacio de Justicia de la Nación y entrevió, con una escondida sonrisa, que un futuro luminoso podía comenzar hoy a trazarse desde unos c